La PACIENCIA NO ES SUMISIÓN NI COBARDÍA

Decía recientemente el ministro de Sanidad, Salvador Illa, como antesala de su amenaza a la Comunidad de Madrid, que “La paciencia tiene un límite”, y por eso, confinan las localidades y autonomía enemiga del soñado socialismo de fin de semana y botellón. El ministro, tenía razón en cuanto a los límites de la paciencia. La misma no es eterna, pero más le hubiera valido comprobar antes la dirección del viento de tormenta que puede arrasar a quienes se sienten seguros en la poltrona del escaño.

La población española, cada día, pierde más la paciencia por el empeño del gobierno en fabricar realidades a su antojo. Ya no existe sospecha de que el ejecutivo sólo tiene “ojitos cariñosos” para quienes bailan al son de la flauta encantada rojo-morada. El abandono y los ataques contra las poblaciones gobernadas por los partidos de la derecha es un hecho imposible de camuflar con sonrisas, banderas tricolores y ataques a la corona.

Para desgracia del futuro de aquel PSOE moderado que surgió en el frío otoñal del ’78, las excepciones confirman la regla. José Luis Rodríguez Zapatero fue tachado por muchos socialistas como un líder “ocurrente”. Sin maldad, jugaba a filósofo internacional de ideología universalista. Sin pena ni gloria buscó la amistad del mundo musulmán. Le dejaron hacer y los compañeros que así opinaban erraron por completo.

A Pedro Sánchez, durante la guerra de sucesión interna, se le lanzaron verdades tergiversadas tras su victoria. Se le tachó de “gran estratega conciliador”, por lanzarse a los brazos de la ultraizquierda y los independentistas. De nuevo, le han dejado hacer y los socialistas de antaño son relegados a las catacumbas del partido. Y todo ello, para que Pedro Sánchez alcance el añorado título de “Caudillo Rojo”.

Mientras tanto, los ciudadanos y cada vez más políticos, han perdido la paciencia por el fusilamiento de la cacareada “Co-Gobernación”. Pisoteada por sus imaginativos padres, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, han logrado que las CCAA, sin un gobierno central que las dirija, se vean obligadas a cabalgar desamparadas hacia una hecatombe económica y sanitaria, como nunca antes hemos conocido los españoles.

Por la vía de los hechos consumados, se hace efectiva la “República Universalista” aún sin definir. Se implanta el ideal republicano e independentista bajo el epígrafe de una  “Democracia Comunitaria” que tampoco se molestan en explicar. Y todo ello, con el trasfondo de un cambio de régimen que nunca verá las urnas.

La eliminación de la independencia del Consejo General del Poder Judicial, supone que PSOE y Podemos, tendrán control absoluto sobre la justicia española. Ampliará el que ya tienen sobre la Fiscalía General del Estado gracias a la exministra Delgado. De salir bien la jugada, las causas judiciales socialistas de Andalucía; la financiación internacional de Podemos; el posible enjuiciamiento de Pablo Iglesias por los tres delitos del caso Dina, o las sentencias en marcha y las pendientes por el Golpe de Estado catalán, se verán obligadas a bailar al son de la flauta mágica de Sánchez e Iglesias.

El reciente toque de atención de Bruselas al presidente Sánchez, es la mejor muestra de la deriva totalitaria que ha puesto en marcha el actual gobierno. Ya no son “los fachas” quienes avisamos del camino totalitario emprendido por el PSOE y Podemos. A la U.E. se le ha erizado el vello de la nuca, por el evidente derrote totalitario que lleva el gobierno.

Las asociaciones profesionales de jueces, calladas desde hace años, ahora se escandalizan. Sólo la Asociación Progresista de Jueces y Juezas para la Democracia, afín al gobierno, aplaude la reforma del Consejo General del Poder Judicial. Estos jueces autodenominados “progresistas” deberían explicar a la opinión pública porqué desean ver a la justicia española regresar a los albores de la Edad Media.

Los ministros del gobierno de Sánchez huyendo en una alocada carrera. La población de Madrid, sufriendo controles de la policía y de la Guardia Civil, por órdenes políticas sin el aval del BOE. El desconcierto Judicial imperante. La desconfianza europea sobre el incierto futuro de España. La descomunal y evidente subida de impuestos que nos llega. La ocultación de los parados reales. El cierre encubierto de empresas…  Estas y otras muchas son imágenes de la puesta en marcha de unos ideales y de una forma de legislar desde el PSOE, que fueron ocultadas a la población durante la última campaña electoral.

Parafraseando a Roosevelt, “en política, nada ocurre por casualidad”. Las actuaciones falaces de un gobierno que se ve obligado a trabajar a diario, cuando sólo pensaban en las alfombras y la pasarela, está acabando con la paciencia, incluso de quienes les alzaron al pódium con sus votos marcados a fuego.

Como consecuencia, esta semana, además del mencionado toque europeo, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, ante las críticas recibidas, deberán lograr que la renovación del Estado de Alarma, inventado para Madrid no se note.  El circo político estará amenizado por la moción de censura presentada por Vox. A tenor de los ocultos preparativos, no debe ser tan inútil cuando el propio presidente Sánchez se ha recluido en la Moncloa para preparar su defensa.

Desde hace meses, la población española viene demostrando tener una capacidad de sufrimiento y de tolerancia ante las desgracias y las adversidades, extraordinarias. Ha hecho alarde de la característica paciencia ibérica hacia las cosas molestas u ofensivas. Por el contrario, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, como les ocurriera a los generales romanos, musulmanes, y franceses, en Numancia, Asturias y Madrid, han confundido “Paciencia y Fortaleza” con sumisión y cobardía.

Y como ocurriera en el pasado, los actuales presidentes del gobierno corren el riesgo de convertirse en mitos terroríficos con los que asustar a los niños del futuro en las noches de invierno.

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