En el ágora de la Grecia clásica se desarrollaban las reuniones y asambleas que tenían una cierta relevancia para la población. Podría decirse que la democracia surgió al aire libre y a la vista de los ciudadanos. Con el paso de los siglos, dichas actuaciones se han convertido en actos amañados en salones oscuros. Siempre a espaldas de la vigilancia y del conocimiento de la población. La posterior publicidad de los acuerdos establecidos en esos santuarios del apaño, condenan al oscurantismo su posterior análisis por quienes deberían ejercer la vigilancia de toda democracia, los ciudadanos y los medios de comunicación libres.
Los pasados días 1 y 2 de febrero se celebró en Rabat las sesiones plenarias de la XII Reunión de Alto Nivel Marruecos-España. Catalogada por el presidente Pedro Sánchez como «Éxito» y de «Histórica», en realidad debería haber sido calificada como acto publicitario electoralista, marcado por un nivel de servilismo del presidente Sánchez y de la mitad del gobierno que asistió pasivamente a los actos, impropio de los representantes de una nación soberana como España.
En los comunicados oficiales de La Moncloa, y en las declaraciones del propio presidente Sánchez, se insiste en que la «Reunión de Alto Nivel» celebrada en la sede del Ministerio de Exteriores de Marruecos en Rabat, ha salido un acuerdo muy beneficioso para ambos gobiernos. De ellos, se entresaca que «vamos a evitar todo aquello que sabemos que ofende a la otra parte, especialmente, en lo que afecta a nuestras respectivas esferas de soberanía».
Así es afirmado contundentemente por la parte española, es verdad. Pero, por desgracia para Sánchez, los representantes marroquíes prefieren matizar o callar sobre las cuestiones más espinosas referidas a la soberanía territorial de Ceuta, Melilla o las Canarias. De hecho, las declaraciones marroquíes se han centrado en el éxito obtenido con la cuestión del Sahara y el regalo obtenido de Pedro Sánchez hace unos meses.
De modo que, mucho nos tememos que, esa letanía gubernamental sobre el supuesto «compromiso de respeto mutuo», en breve, se convertirá en humo como ha hecho Marruecos con los acuerdos anteriores. A bien seguro que la aplicación real de dichos acuerdos la veremos en pocos días o meses. En cuanto llegue el buen tiempo, Marruecos sacará las pateras a pasear y, entonces, toda esta euforia sanchista volverá a saltar por los aires de la realidad.
El escritor británico, William Somerset Maugham, fallecido en 1965, refiriéndose en aquel momento a los filósofos, hizo una puntualización contra el comportamiento de algunos colectivos que bien podría ser aplicado en esta ocasión a las actuaciones de Pedro Sánchez con las supuestas reuniones comerciales mantenidas entre Marruecos y España en esa «Reunión de Alto Nivel» que ningún analista político comprende.
«Un filósofo, [aclaraba Maugham], es un tipo que sube a una cumbre en busca del Sol; encuentra niebla, desciende y explica el magnífico espectáculo que ha visto». El enorme esfuerzo llevado a cabo por el ejecutivo socialista para minimizar la nueva ofensa del monarca alauita, Mohamed VI, hacia el magnánimo pro-marroquí nacido en el Tetuán de Madrid, Pedro Sánchez, hace sospechar que todo son acuerdos esplendorosos los que han surgido del desprecio de Mohamed VI.
¿Dónde está la verdad de esta descafeinada «Reunión de Alto Nivel»? De momento, las especulaciones y las sospechas dominan entre la opinión pública. Desde La Moncloa sólo nos han hecho llegar un “borrador” de los acuerdos con mucha, muchísima, publicidad aderezada por radiantes acotaciones entresacadas de contexto. Habrá que esperar a los comunicados oficiales y a las filtraciones marroquíes habituales para conocer la letra pequeña de los «25 acuerdos» anunciados en un primer momento, como ocurrió con el escándalo de los teléfonos móviles de Sánchez, Señora y amigos ministrables.
Teniendo en cuenta los acontecimientos y las desastrosas actuaciones diplomáticas acaecidas durante la Cumbre Bilateral Hispano-Marroquí, habría que plantearse si realmente nos encontramos ante una cumbre económica entre países vecinos pero independientes o, por el contrario, asistimos a otra representación de pleitesía y servilismo, cuando no de sumisión al invasor, como era norma entre los señoritos feudales ante el rey soberano que debe conceder los ansiados regalos y el posicionamiento político y social que añora el señor feudal.
El Ejecutivo de Sánchez trata de vender por todos los medios publicitarios y periodísticos a su alcance que las reuniones presidencial y de cortesía de los once ministros españoles, han sido un «Éxito» rotundo y sin precedentes. ¿Será por eso que el monarca Mohamed VI no se ha molestado en recibir al presidente del gobierno español como fue costumbre en las once ediciones anteriores?
En la Moncloa son conscientes de que el mensaje trasladado a la opinión pública dista mucho de ese momento «Histórico» al que se refirió nuestro presidente durante su comparecencia en Rabat. La imagen de ridículo de un Sánchez “descompuesto y sin novia” en la escalinata de su Falcón preferido nos acerca mucho más a la realidad de lo acontecido. Resulta evidente que, Mohamed VI, no será contentado con el “Sahara Español”, por mucho lacito progresista que lleve su concesión. Pero, Sánchez, ha dejado de ser ese interlocutor válido, y ésta podrá ser la primera muestra del desengaño, pero no será la última.
El arlequín que podría hacer realidad cualquier deseo político de cara a la soñada expansión marroquí, como ocurre con la separación territorial de Vascongadas o Cataluña, pierde fuelle rápidamente con cada actuación negligente del gobierno. Las excarcelaciones de terroristas y de delincuentes sexuales, a pesar de la modificación, en solitario, de la Ley del “Sí es Sí”, servirá de poco a estas alturas de la película. La recuperación del electorado, a pesar de la corta distancia que le separa de Feijóo, no será suficiente con unos socios morados en caída libre.
En cuanto a la soberanía española sobre Ceuta, Melilla, y Canarias, que nadie espere una declaración contundente por parte de ninguno de los interlocutores, y menos aún del presidente Sánchez, que no se atrevió a nombrar las provincias españolas en ninguna de sus declaraciones.
Tampoco está previsto que el gobierno de Marruecos haga ningún tipo de declaración oficial en este sentido. ¿Dónde radica pues el «Éxito» de las reuniones? A pesar de ello, Pedro Sánchez, vuelve a lanzarse al vacío con más falacias argumentativas anunciando, a bombo y platillo, que “él, en solitario” asume un supuesto e inexistente «compromiso» marroquí de no agresión, ni siquiera verbal, sobre las ciudades autónomas y el archipiélago canario.
Por su parte, Podemos, en plena guerra interna, intenta sacar algún beneficio político de toda esta feria publicitaria, oponiéndose con la boca pequeña a la Reunión de Alto Nivel Marruecos-España porque, en Marruecos, no rigen «los derechos humanos ». Ahora bien, sobre incluir en su crítica a Corea del Norte, Irán, Cuba o Venezuela, nada de nada, que son amigos y financiadores.
Lo sucedido esta semana en la sede de la diplomacia marroquí en Rabat, poco o nada, ha tenido de «Reunión de Alto Nivel». Los acuerdos firmados estaban previamente consumados. Tampoco ha sido una «Cumbre» como algún pedante amigo ha tratado de matizar. Dado el escaso nivel de argumentaciones presentadas y de la inasistencia del rey Mohamed VI, ha reducido el acto a una simple “charleta” de conveniencia.
En cuanto a que el nivel de los acuerdos pueda ser calificado de «Histórico» es de una pedantería semántica típica de los videntes nocturnos. La reunión va a pasar sin pena ni gloria a los anales de la historia. Otra cuestión son las consecuencias negativas de los acuerdos que, presumiblemente, vayamos a sufrirlas durante años, gracias a Pedro Sánchez y su gobierno de marionetas.
Por último, que el gobierno denomine como «Éxito» a toda esta amalgama de meteduras de pata diplomática, política, social y publicitaria, tiene visos de desesperación electoralista, de insulto a la inteligencia ciudadana, o del mantenimiento de intereses espurios no confesables.
Sospecho que, en esta ocasión, la actuación de Pedro Sánchez durante la XII Reunión de Alto Nivel Marruecos-España, tendría más sentido si le aplicamos las palabras de Publio Cornelio Tácito cuando afirmaba que, «Para quienes ambicionan el poder, no existe vía media entre la cumbre y el precipicio, pues nadie ejercitó jamás de forma correcta el poder conquistado maliciosamente».