Parque de Yellowstone

El Ignorado Día Mundial de la Naturaleza y la Vida Silvestre

Durante la celebración del sexagésimo octavo período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 2013, se proclamó el día 3 de marzo, como “Día Mundial de la Naturaleza”. Con esta resolución, la Asamblea, reafirmaba «el valor intrínseco de la flora y la fauna silvestres», así como sus contribuciones «ecológicas, genéticas, sociales, económicas, científicas, educativas, culturales, recreativas y estéticas al desarrollo sostenible y el bienestar de la humanidad».

Denominado eufemísticamente “Día Internacional por la Vida Silvestre”, que apenas nadie siguió y menos lo tuvieron en cuenta. En este confuso 2022, la ONU ha abogado por una «restauración de los ecosistemas» que, en apariencia, nunca llega a materializarse. Al menos, así queda reflejado en las suculentas campañas publicitarias organizadas en los países considerados “más avanzados”.

A pesar de todo, la celebración ha pasado sin pena ni gloria. Las ridículas, pero bien subvencionadas, campañas de interrupciones selectivas de la iluminación de los hogares y las  calles, no han hecho acto de presencia. Este año, los apagones y la reducción del consumo energético no están motivados por un inusitado despertar ecológico de la población, sino por el aumento descomunal de los precios, la inflación y la incertidumbre hacia un mañana que se pronostica muy negro a nivel social, laboral y económico.

Tampoco han hecho acto de presencia los macro congresos al estilo Cambio Climático. Los grandilocuentes discursos políticos han pasado al “eco-olvido” del interés popular y político. La conciencia por la Vida Natural sin adjetivaciones Eco no pasó de notas al margen de un compromiso largo tiempo ignorado más allá del titular de prensa.

Cantantes, actores, grupos de ecolo-jetas y empresarios de lo verde, permanecieron en sus cómodos hogares, sólo preocupados por sus carteras de inversiones naturalistas. El despilfarro de recursos económicos, sin medida ni concierto, aparece como el principal objetivo de unas campañas que apenas representan unas migajas para la auténtica vida silvestre.

La Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) perteneciente a Naciones Unidas, elevan a 30.000 las especies consideradas vulnerables o en peligro de extinción en la actualidad. Al finalizar el año, poco o nada queda detrás de esas grandilocuentes declaraciones institucionales emitidas para un público que no necesita ser convencido.

La cifra de especies en peligro, sospechosamente, se asemeja a otras tantas emitidas en años anteriores. Alarmismo institucional muy útil para justificar el despilfarro ecológico, pero totalmente inútil en cuanto a la lucha eficaz por la conservación de la naturaleza. ¿Cuántos árboles se destruyen durante la confección de carteles, folletos, o manuales simplones? ¿Cuánto contaminan los jets privados y coches de lujo utilizados por quienes se arropan cada año en las verdes banderas del ecologismo?

Este año, la mayoría de las campañas, comunicados y titulares prefabricados de prensa, alentados desde las instituciones y los grupos “ecoloquesea”, (RM dixie) emitidos a raíz del Día por la Vida Silvestre, han sido dibujados con muescas de desgana y forzada obligación. La recuperación de la naturaleza, la reforestación, o el cuidado de la vida animal ha vuelto a perderse entre la burocracia que todo lo devora, el desinterés político y la connivencia ciudadana.

Como se ha publicado en El Día Digital, el filósofo Friedrich Nietzsche defendió que la naturaleza «no tiene opinión sobre nosotros». Es más, tampoco nos juzga a pesar de las agresiones que le infligimos. Los seres humanos, nos guste o no, estamos integrados en la naturaleza.

Pero un exceso de intervención y de vigilancia, puede ser tan peligroso o más que convivir dejándola en paz. Así lo demuestra la existencia del Parque de Yellowstone, entre EEUU y Canadá, donde está terminantemente prohibida toda injerencia humana.

HUELGAS ECOLÓGICAS Y MÁS

En 2019, más de organizaciones ecologistas de todo el mundo se sumaron a la “Huelga Mundial por el Clima”. Desde los gobiernos a las asociaciones que mantienen su negocio en las continuas subvenciones que reciben regularmente se unieron en una bacanal de mensajes demagógicos, inventado únicamente para la ocasión.

Por aquellos días, pocos se atrevieron a manifestar esa otra versión de un movimiento ecologista promovido desde fundaciones empresariales supuestamente solidarias como la Open Society Foundations de George Soros.  Sólo en España, más de 300 asociaciones y colectivos, movilizaron a miles de personas, que dejaron de trabajar y de realizar sus quehaceres diarios para participar durante un mes en una multitud de actividades, reuniones, concentraciones y huelgas.

Como queda patente en el artículo que presento “las absurdas incongruencias mostradas por los participantes demuestran la utilización política de las mismas y el poco interés que existe para desarrollar medidas reales, más allá del interés económico”.

Para a continuación matizar que dos cuestiones en el Protocolo de Kioto suelen ignorarse convenientemente en todas las manifestaciones y huelgas que, reiteradamente, se suceden en época de elecciones o cuando interesa desviar la atención pública de meteduras de pata de la denominada izquierda política.

“La primera cuestión se refiere al cálculo de las emisiones consideradas aceptables para los países firmantes de los diferentes protocolos establecidos…”. En la segunda refiere la “compra-venta” de cuotas por contaminación”, lo que sencillamente significa que “los niveles de emisiones contaminantes se verán aumentadas… con la compra de derechos de emisión de esos terceros países que no contaminan tanto”.

Recomiendo la lectura completa y pausada del artículo original publicado en El Día Digital, a través de este enlace: Incongruencias de las Huelgas Ecológicas.

Cartel de la Huelga Mundial Ecológica 2019

Los Ignorados del COVID Renacen

Los vemos lentamente caminar cabizbajos con sus mascarillas. Después de meses han vuelto a las calles esos “abuelos”, protagonistas del artículo que presento hoy. Publicado en el Día digital bajo el título de “El Renacer de los Abuelos”. En el mismo, se plantea una realidad sobre las personas mayores frente al coronavirus, totalmente opuesta a la que podemos ver en cualquier televisión del país.

A lo largo de los años, los centros y residencias de mayores han dejado de ser el “aparcamiento” donde se abandonaba al abuelo que estorbaba en las cada vez más diminutas viviendas. En la actualidad, salvo contadísimas excepciones, son centros de desarrollo, de vida social y meticulosos cuidados, por parte de unos profesionales que realizan su labor con esmero.  

Con un enfoque severo pero acertado, Rafa Montilla, plantea los problemas por los han pasado en los últimos meses esos entrañables abuelos. El desprecio sufrido por las autoridades nacionales. Y, sobre todo, no olvida que a día de hoy continuamos sin conocer la auténtica cifra de infectados y fallecidos en las residencias de mayores.

Por último, muestra a los abuelos como las personas que mejor se están adaptando a la realidad del coronavirus. En parte gracias a las residencias, casas y centros de mayores convertidos en punto de encuentro social. Pero también, por la sensatez, el dinamismo y el desarrollo de las habilidades sociales, que han perfeccionado a lo largo de su vida. Por todo ello, no debería sorprender que se muestren capaces de enfrentarse al futuro con mayores índices de éxito que el resto de la población.

Enlace al artículo completo «El Renacer de los Abuelos»: https://eldiadigital.es/art/334309/el-renacer-de-los-abuelos-por-rafa-montilla

La Libertad y la Naturaleza No se Venden

Mucho se está hablando en nuestra sociedad sobre el ecologismo, la naturaleza y la libertad del ser humano. Se habla demasiado y se actúa con demagogia. Echar una mirada al pasado sin prejuicios nos mostraría los mismos errores que cometíamos entonces y que repetimos hoy día.

En 1854, el presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, envió una oferta a la tribu Suwamish para comprar el territorio en el estaban asentados desde hacía siglos. Como contrapartida, el gobierno americano se comprometía a crear una reserva en la pudieran seguir viviendo “libremente” y en paz. Hoy día, ese territorio es conocido como Estado de Washington.

La respuesta del jefe de la tribu Suwamish, conocido únicamente como “jefe Seattle” llegó al presidente Pierce en 1855. Desde los años setenta, la contestación del jefe Seattle ha sido comentada, troceada, analizada, descompuesta y vuelta a componer. Miles de páginas web dedicadas a recopilar frases exponen fragmentos, más o menos exactos sobre la misma.

Al mismo tiempo, con el correr de los años, la carta ha sido utilizada como alegato naturalista, desde los movimientos del Flower Power de los años 60 y 70, a los abanderados del actual Cambio climático, pasando por la New Age Universalista. Ha sido utilizada como emblema por los seguidores del ecologismo demagógico, de limusinas y de la tecnología anti-naturalista que únicamente se centra en el negocio y el gasto desorbitado de una supuesta lucha ecológica.

En cualquier caso, lo cierto es que el texto de dicha carta es todo un alegato para aquellas personas que realmente comprenden la auténtica posición que ocupa el ser humano entre los seres vivos del planeta. Pero también se viene utilizando como estímulo para la defensa a ultranza de la libertad de las personas. Algunos párrafos de la carta podrían aplicarse perfectamente a los acontecimientos que se vienen sucediendo en los Estados Unidos de América y en España, en las últimas fechas.

El texto de la carta no tiene propietario más allá de la persona que lo lea y decida aplicarlo. A pesar de su extensión, se debería leer íntegramente, con tranquilidad y una mente abierta, en los hogares y centros educativos…

“El Gran Jefe Blanco de Washington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad.

Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Washington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.

¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra?

Esa es para nosotros una idea extraña. Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos? Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.

Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.

Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Washington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a considerar su oferta de comprar nuestra tierra.

Pero eso no será fácil. Esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo.

El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados. Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa.

Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa. La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.

Yo no entiendo. Nuestras costumbres son diferentes de las suyas. Tal vez sea porque soy un salvaje y no comprendo. No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera o el batir las alas de un insecto. Más, tal vez sea porque soy un hombre salvaje y no comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos. ¿Qué resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas alrededor de un lago?

Yo soy un hombre piel roja y no comprendo. El indio prefiere el suave murmullo del viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por una lluvia diurna, o perfumado por los pinos. El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre- todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor.

Pero si vendemos nuestra tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.

Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos. Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar.

Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.

¿Qué es el hombre sin los animales?

Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo. Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre.

Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos. Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas las cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo. Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra.

El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo. Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos.

De una cosa estamos seguros que el hombre blanco llegará a descubrir algún día que, nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su compasión es igual para el hombre piel roja como para el hombre piel blanca. La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador.

Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus. Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos. Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja.

Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.

¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció.

¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció.

La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia”.    

Poco más se podría añadir. La hora de la reflexión ha llegado.

12 de junio de 2020.