Nuevo Escándalo en el Fútbol Español

Los documentos, conversaciones y audios publicados por El Confidencial en los últimos días parecen demostrar la complicidad del presidente de la RFEF, Rubiales, y el jugador del FC Barcelona, Piqué, para modificar y trasladar la celebración de la “Supercopa de España” a Arabia Saudí. Y de paso, llevarse una buena mordida en comisiones.

Acompañado por Andreu Camps, secretario general, y Pablo García Cuervo, director de comunicación de la RFEF, junto a varios presidentes de federaciones territoriales, la pasada semana, Luis Rubiales, presidente de la entidad, ofreció una rueda de prensa para hablar sobre las noticias publicadas por El Confidencial sobre el hackeo de su teléfono móvil y de su cuenta de correo electrónico, así como de las manipulaciones que habría llevado a cabo  con la empresa de Gerard Piqué, Kosmos Holding para trasladar la celebración de la Supercopa de España a Qatar.

Según las declaraciones de Luis Rubiales, «el contrato con Kosmos se gestó al coincidir que teníamos la misma idea de Supercopa, ya que había que cambiar el modelo». Pero el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, no sólo ha sido parco al explicar “por qué” era necesario «cambiar el modelo y la sede», sino que, a tenor de los acontecimientos, el silencio ha sido la mejor ilustración del negocio y las comisiones reconocidas que han sido pagadas por Arabia Saudí.

De los aspectos conocidos, con el fin de salvar el conflictivo «artículo 21 de FIFA», similar al 24 de la RFEF, Piqué y Rubiales, decidieron que la federación nacional de fútbol no percibiera pago alguno directamente desde la empresa Kosmos Holding de Gerard Piqué. Los desembolsos oficiales y las mordidas comisionistas se realizarían desde Arabia Saudí a la empresa del jugador barcelonista. De ese modo, según declaración del presidente de la RFEF, «No hay relación económica” directa que pueda ser “reprochada” a la federación que dirige.

Las dudas y sospechas sobre la operación qatarí no hacen más que aumentar con el paso de los días. Según declaró Rubiales en la rueda de prensa de Las Rozas, el contrato contempla el pago de «unos 33 millones de euros que tenía que ser validado por un órgano en un tiempo y no se lo validaron». Razón por la que algún medio de comunicación ha tachado dicho contrato como «falso».

Por su parte, Gerard Piqué, aparcando el independentismo más acérrimo y sus ataques contra la «copita españolista» y sus rencillas con los «señoritos del Real Madrid» del pasado, no ha dudado en olvidar, incluso, su manifestado odio hacia España, los españoles y la monarquía borbónica, con tal de alcanzar tan sustancioso negocio federativo gracias a las triquiñuelas del presidente Luis Rubiales.

Además, sobre Piqué también sobrevuela la duda de la “¿improvisada?” compra del equipo de fútbol “Andorra” de Segunda B y su rápida participación en la supercopa. Se da el hecho de que este equipo únicamente está inscrito en Federación Catalana de Fútbol, y tiene a Piqué como propietario y presidente. Estos datos por sí solos sitúa al jugador azulgrana en una posición difícil de justificar como intermediario federativo, jugador en activo en la supercopa con el FC Barcelona y propietario de uno de los equipos participantes.

Resulta indudable que los intereses de Gerard Piqué se encuentran en entredicho por coincidir en su persona esta triple relación de beneficio deportivo y económico. Y todo ello, con el beneplácito de Luis Rubiales y la Real Federación Española de Fútbol.

A finales de 2021, la asamblea extraordinaria de la RFEF aprobó el presupuesto para 2022 de la entidad “Supercopa de España” elevándola hasta los 406 millones de euros. Esto supone un 13,4% más que el año pasado en plena subida de precios y de crisis económica. Con el incremento aprobado la supercopa se ha convertido en el gasto más elevado hasta el momento para este tipo de confrontaciones deportivas, rivalizando con los tres mayores torneos del mundo de similares características.

Según ha informado El Confidencial, la comisión para Kosmos Holding y Gerard Piqué, por realizar las funciones de intermediario con las autoridades de Arabia Saudí sería del «10% del total del contrato, valorado en 40 millones de euros anuales», a razón de «cuatro millones de euros por temporada para los cuatro años de contrato».

Es muy posible que, desde la RFEF, se hayan buscado todas las artimañas y puertas traseras legales y comerciales para edulcorar o camuflar la operación económica llevada a cabo por Rubiales y Piqué. Al final, como en otros casos, deberían ser los tribunales quienes dictaminen sobre su posible ilegalidad. Pero, de lo que no cabe duda es que la ética profesional de ambos dirigentes, así como de la cúpula de la federación y de los clubs que reciben su parte del negocio han logrado que, una vez más, el fútbol español sea paseado por el fango del descrédito y la sospecha.

Aquí no vale, como ha declarado Rubiales para justificar sus acciones, que «cada uno tiene su propia moral y ética». Como presidente de la más alta representación oficial del fútbol español, Rubiales y la cúpula federativa al completo, representan a España y al fútbol de nuestro país en general, y no a los intereses económicos personales o de una empresa en particular.

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