Ese Desconocido «Supremo Último Puño»

La técnica, o sistema de trabajo para la salud y la defensa, que presento hoy ha sido bendecido y denostado a lo largo de los años. Ignorado en occidente durante largos períodos, en los años setenta y ochenta del siglo pasado, tuvo su gloria popular.

Como terapia para la salud, ha sido investigado por equipos médicos y científicos. También ha sido aplicado y enseñado a un grupo muy variopinto de personas y de sectores sociales (hospitales, residencias de mayores, gimnasios, centros de yoga, equipos deportivos, o asociaciones culturales de todo tipo).

Mi acercamiento al Tai Chi Chuan se produjo a comienzos de años setenta, desde una perspectiva filosófica. El sabio chino Confucio matizó que “El hombre sabio busca lo que desea en su interior; el no sabio, lo busca en los demás”. Siguiendo sus enseñanzas, he procurado mantener las máximas del Tai Chi Chuan como guía y acompañante interior y vital, con mayor o menor intensidad, desde la práctica personal, la formación, o la meditación pausada, hasta hoy día.

Desde sus orígenes perdidos entre las brumas del misterio, como suele ocurrir con las cuestiones tradicionales, la práctica del Supremo Último Puño, viene marcado por un trinomio aparentemente dispar. Como técnica para la mejora de la salud integral es muy conocido. Como arte de combate o método de defensa personal, lo es menos, principalmente por su complejidad práctica. Y, por último, sus aspectos filosóficos y su aplicación práctica a la vida diaria, es bastante desconocida en esta sociedad de las prisas que nos embarga.

En esencia, su estudio y práctica, trata sobre la fuerza de voluntad del ser humano que permite alcanzar los objetivos vitales que cada persona se impone a nivel individual. El nexo de unión entre las tres cuestiones anteriores es un término confuso, “el Chi”, o energía interna que da vida a la propia naturaleza.

Considerado en la actualidad como un método para salud, la expresión “Tai Chi” es la denominación corta y libre de toda connotación violenta, de un arte o sistema de combate y de salud chino denominado T’ai Chi Chuan o Taijiquan, según que la traslación o traducción de los ideogramas chinos al inglés se realice desde una u otra variante del idioma chino (mandarín o cantonés principalmente).

También conocido por “Supremo Último Puño” o como “Boxeo de las Sombras”, por su método de entrenamiento, en cualquier caso, se trata de un sistema de defensa personal y de salud física, mental y espiritual. Sus objetivos finales se persiguen por medio de la utilización y control de la energía interna que mantiene la vida, según el Taoísmo, a través de la respiración. Sus influencias filosóficas vienen determinadas principalmente por las enseñanzas reflejadas en tres textos principales: “Tao Te Ching”, “Chuang Tzu” y “I Ching”.

El origen del T’ai  Chi  Chuan se encuentra envuelto por la brumosa historia del sabio Zhang San Feng o Chang Sang Feng (張三丰). Monje y filósofo taoísta del monasterio de Enn Sung Tieng, en la mítica montaña de Wu Tang. El maestro Chang, practicante del shaolin tsu y experto en acupuntura, vivió durante la dinastía Sung o Song (del 960 y el 1279 dC, después del período de las Cinco Dinastías y los Diez Reinos). De él se llegó a decir que medía dos metros de altura, y que erraba por las montañas con viejas prendas de ropa.

A nivel mítico, el origen del Tai Chi Chuan cuenta que, cierto día, encontrándose meditando el monje Chang, observó la lucha entre una serpiente y una grulla. Durante varias horas, los contendientes combatieron sin que ninguno pudiera vencer al otro. Meditando sobre lo acontecido, desarrolló un método, de rechazo y avance, que se alejaba de los sistemas de combate corporal militares existentes.

            Hasta aquí, muy resumida, la narración que da legitimidad a sus orígenes legendarios. En cuanto a la primera referencia escrita, ésta se encontró en la localidad de Chen Chia Kwou. Y no se refiere al monje Chang Sang Feng, sino que está protagonizada por Chen Wang Ting. Este maestro es considerado creador del estilo Chen del norte del Boxeo de las Sombras. Para su práctica se debe utilizar una parte dura proveniente de la lucha Shaolin tzu, y otra parte blanda guiada por los conceptos filosóficos del Ying-Yang.

            Durante años esta forma de arte marcial chino ha sido considerado como perteneciente a los estilos Nei Chia o boxeo suave de las artes marciales de origen chino. El sistema de combate Chen únicamente fue practicado por los miembros de su familia durante largos años. Posteriormente, comenzó a transformarse en otros estilos de lucha integrados dentro de la modalidad Tai Chi Chuan del Nei Chia.

Un próximo artículo lo dedicaré al desarrollo de estos estilos.  Por el momento es importante reseñar que se considera a Yang Lu-Chang, como el pionero en la difusión general de estas técnicas, gracias en parte, a la creación de una modalidad de Tai Chi Chuan de práctica más suave, con movimientos más abiertos, y sobre todo con un mayor auge de las técnicas de respiración y curación mediante la energía interna de los seres humanos. 

El Tai Chi Chuan es el arte de la acción sin violencia por excelencia. Mediante su práctica es posible desarrollar una energía que progresivamente refina y aumenta la capacidad de estar activo con atención, flexibilidad y calma, firme pero sin tensión hacia la vida. La influencia de la práctica diaria del Tai Chi Chuan sobre el sistema nervioso y psicosomático es tangible al cabo de pocos meses de práctica.

La tonificación muscular equilibrada del sistema nervioso central por la realización lenta y unificada de los movimientos, ejerce un efecto sumamente benéfico sobre el conjunto del cuerpo. Esta relación entre sistema nervioso y motricidad favorece la capacidad de atención, la calma y la movilidad para las personas practicantes, sobre todo de avanzada edad.

Los movimientos circulares, realizados sin discontinuidad, activan y fortalecen la circulación de la sangre, ayudan a regular la tensión arterial gracias a la reactivación de todo el sistema sanguíneo, sobre todo el de retorno. La utilización de la respiración abdominal tiene un gran valor en el campo terapéutico, aportando un mayor equilibrio en el funcionamiento del sistema respiratorio.

Siguiendo las directrices dualistas del taoísmo como filosofía, la aplicación práctica del Tai Chi Chuan a la defensa personal y al combate no es sencillo. Requiere práctica continua y mucha habilidad. Por el contrario, conseguir la destreza necesaria para que la práctica curativa y relajante sea eficaz, no tiene ninguna complicación, desde edades muy cortas hasta las más avanzadas.

En definitiva, un método sencillo de aprender. Para practicarlo a lo largo de toda la vida. Muy útil como complemento de otras prácticas curativas y psicomotrices, en sistemas de lucha, deporte, o simplemente como ejercicio en la vida diaria. No tienen contraindicaciones graves, por carecer de movimientos y posturas forzadas. Cada técnica, se adapta al practicante, en oposición a las enseñanzas habituales en otros sistemas categorizados como deportivos, o bien de artes marciales, de lucha o de combate.

RMF, 21 de julio de 2020.

@RafaMontilla_ RafaMontilla.Prensa

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