Marte, de la Imaginación a la Realidad

La imaginería del ser humano, desde tiempos inmemoriales, ha ejercido una notable fascinación por el planeta rojo. Como consecuencia, su nombre y las fantasías mentales evocadas fueron plasmadas en las más variadas mitologías. Debido a su peculiar color rojo, pronto se le relaciona con el dios de la guerra, sobre todo en las culturas griega y romana, de la que tomó su nombre, Mars, en latín.

La tradición popular llegó a identificar al dios romano Marte con el divino Ares de la mitología griega clásica. Sin embargo, la semejanza entre ambos, más allá de su trabajo como dioses de la guerra, apenas si existe. El dios Marte es una deidad ctónica itálica con personalidad propia. Además de su acepción guerrera, Mars, representaba la sexualidad y virilidad masculina, la violencia por sí misma, la pasión y el derramamiento de sangre, por cualquier causa. El segundo día de la semana y el tercer mes del año, fueron denominados en su honor.

La creencia en la existencia real de vida en el planeta Marte, más allá de los ideales mitológicos, surgió en 1877 a raíz del descubrimiento de los “Canales Marcianos” del astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli. Con posterioridad, entre 1895 y 1908, el astrónomo americano Percival Lowell, llegó a sugerir que dichos canales conformaban el sistema de riego de los habitantes marcianos. El plato para la imaginería, la fantasía, la leyenda o la literatura de ficción científica estaba servido.

Durante la época del colonialismo británico se popularizó una idea utópica sobre Marte y la posible vida que se desarrollaba en ella. Pero con la aparición de la obra de Herbert George Wells, “La Guerra de los Mundos”, todo cambió. Publicada por primera vez en 1898, narra la invasión, no sólo del planeta Tierra por los habitantes de Marte, sino de la capital del imperio británico. Idea inconcebible hasta entonces para la sociedad victoriana.

Nunca antes había sido narrada la posibilidad de una invasión de seres de otro planeta, y menos aún que éstos lograran esclavizar a la raza humana. Con el tiempo, el ideario de la posible vida en Marte se unió con los avistamientos de objetos de inverosímil funcionamiento, los OVNIs, en una sociedad orgullosa de los avances tecnológicos que lanzaron esa imaginería, fantasía, e ingenio hacia un futuro donde todas las realidades podían ser concebidas.

Los cambios políticos e ideológicos del siglo XX, propiciaron la aparición de una literatura crítica con telón de fondo la vida fuera de la Tierra. Alejándose del terror narrado por Wells, la literatura de ficción científica comenzaba a galopar teniendo al ser humano como héroe conquistador del planeta rojo.

En 1951 se publicó “Las Arenas de Marte”, de Arthur C. Clarke. Esta novela de ciencia ficción posee un estilo diferente al resto de las obras del autor. En ella establece una vida sorprendente en la superficie marciana gracias al trabajo de grandes personajes, rodeados de intereses políticos y científicos. Entre dichos avances e intrigas se pueden entrever las ideas técnicas de Clarke sobre el espacio, naves interplanetarias, y evolución tecnológica. Y todo ello teniendo como telón de fondo, una exagerada imaginería sobre las posibilidades de habitabilidad en el planeta Marte.

Posteriormente, en 1964, Philip K. Dick, publicó “Tiempo de Marte”. Novela que, también desde la ciencia ficción, utiliza el ideario del autor sobre la posibilidad de una colonia humana en Marte. Este genio de la ficción especulativa utiliza el poder político, el tráfico con extraterrestres, el asesinato o el adulterio como medio para penetrar en los misterios más profundos del ser y del espacio. Para lograrlo, en su narración no duda en incluir las enfermedades mentales o la física del tiempo. Y todo ello con el fin de criticar los peligros que conlleva la existencia de una autoridad centralizada que controle al ser humano.

En la actualidad, la realidad de Marte camina lentamente por otros derroteros menos literarios. El día 30 de julio de 2020 fue lanzado el “Perseverance” desde el Complejo de Lanzamiento Espacial 41 de Cabo Cañaveral, en los EEUU. No se trataba del primer vehículo lanzado para estudiar el ancestral Planeta Rojo, pero sí el más avanzado hasta la fecha.

Esquema del Amartizaje del «Perceverance» hecho público por la NASA

A lo largo de los años sesenta del pasado siglo, en plena Guerra Fría entre los ejes comunistas y capitalistas, la conquista de Marte se convirtió en un campo de batalla más en la que el dios de la guerra romano actuaba amparado por la ceguera ideológica.  Durante esa década, la URSS, puso en marcha los programas Mars (M1; 1960A y 1960B), con el objetivo de ganar la carrera marciana y, de paso, desquitarse del fracaso lunar frente a los americanos.

Sin embargo, una vez más, fue el programa americano del “Mariner Mars 71”, el que logró acercar una nave controlada al planeta rojo. En esta ocasión, la NASA envó la primera fotografía de la superficie marciana desde el Mariner4, en 1965. Después la historia continuó con los proyectos soviéticos, americanos y europeos (Viking en los años 70; Phobos, de los 80; Mars Observer, Mars Global Surveyor y Mars Polar Lander/Deep Space 2, en los 90; Mars Odyssey y la europea Mars Express, en la primera década del año 2000…).

La duda expresada por David Bowie, en su canción “Life on Mars?”, del disco Hunky Dory (1971), aún está por responder.  Mientras llega ese momento, los objetivos de la misión del Perseverance se centran en la evaluación de la historia geográfica y las condiciones atmosféricas del cráter Jezero, como ejemplo del clima global de Marte. Se Identificarán las rocas y sedimentos que puedan ser preparadas para su conservación y envío a la Tierra. Y a nivel tecnológico, se realizarán diversas pruebas de vuelo controlado, con el helicóptero “Ingenvity”.

En 2015, la NASA, confirmó la existencia de agua en Marte. A partir de aquí, el mayor interés científico de la presente expedición es la búsqueda de vida microbiana en el suelo marciano, por lo que significaría para entender la creación y evolución del propio universo.

El rover enviado incorpora el equipo experimental MastCam-Z. Se trata de un sistema de cámaras ubicadas en el mástil del vehículo Percy que permite captar imágenes en alta resolución, videos en HD+, instantáneas panorámicas a color e imágenes en formato 3D, de la superficie de Marte. Gracias a la alta definición se están captando detalles ínfimos, entre los 3 y 5 milímetros, para los objetos cercanos. En cuanto a los lejanos, se pueden conseguir acercamientos hasta los 2-3 metros.

Si bien la primera imagen obtenida el 20 de febrero de este año tenía una menor calidad de la expresada, las posteriores, desde el suelo marciano, realizadas a partir del día 21 del mismo mes, permitieron obtener imágenes panorámicas con 3D en el borde del cráter Jezero y el entorno de un antiguo delta fluvial del planeta rojo.

También ha sido posible grabar y enviar a la Tierra el primer vídeo en formato HD del aterrizaje en Marte, se capturaron imágenes de la entrada en la atmósfera, el descenso y el “amartizaje” del rover Perseverance. Gracias a esta película, ha sido posible grabar el primer sonido de ambiente del planeta rojo.

El lugar del actual “amartizaje” (expresión acuñada como símil de los aterrizajes en nuestro planeta), es similar a los elegidos en las misiones anteriores del Spirit. El investigador principal de la MastCam-Z, Jim Bell, de la Facultad de Exploración Espacial y Terrestre de la Universidad de Arizona (EEUU), ha afirmado que la Perseverance <<se encuentra en un punto óptimo>> para cumplir con los objetivos marcados en la misión, y poner los cimientos para una futura, cada vez menos fantástica, “terraformación” del planeta rojo.

La NASA difunde un vídeo espectacular del amartizaje del Perseverance

(Artículo corregido y ampliado el 16 de marzo, 21:44)

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